miércoles, 9 de marzo de 2011

Síndrome del emperador

No son mayores de edad, pero son los verdaderos jefes de la familia. No son delincuentes comunes, pero pegan, amenazan, roban, agreden psicológicamente... Son los protagonistas del llamado "síndrome del emperador", un fenómeno de maltrato de hijos a padres que se ha instalado con fuerza en la sociedad.
Entre las causas que motivan la aparición de este síndrome, el psicólogo señaló unos padres que no tienen "ni tiempo ni las aptitudes adecuadas para imponerse", unos profesores "sin autoridad", y una sociedad "más permisiva" que "valida la perspectiva profundamente egocéntrica" que tienen estos niños.

"Se trata de niños que no han desarrollado las emociones morales, como el sacrificio, la compasión, la empatía o la piedad, y por tanto no tienen sentimiento de culpa”
Según Garrido, "el sentimiento de culpa o la conciencia exigen el compromiso moral, y nos hemos olvidado de que este compromiso es una parte necesaria del desarrollo del ser humano". 

Aseguró que aunque la mayor o menor capacidad para desarrollar las emociones morales es algo con lo que se nace, una buena educación puede corregir o ayudar a solucionar el problema. 

Garrido advirtió de que este tipo de violencia es ejercida por chicos que "no proceden de clases marginales" y "que se supone que no deberían hacer eso", y con ella buscan "poder hacer lo que quieren" y "ser las personas que controlan, a través de la amenaza y el miedo, la convivencia dentro de casa". 

Cómo detectar un 'emperador' en casa:
1.      Incapacidad para desarrollar emociones morales (empatía, amor, compasión, etcétera) auténticas. Esto se traduce en muchas dificultades para mostrar culpa y arrepentimiento sincero por las malas acciones.

2.       Incapacidad para aprender de los errores y de los castigos. Ante la desesperación de los padres, no parece que sirvan regaños y conversaciones, él busca su propio beneficio, parece guiado por un gran egocentrismo. 
3.      Conductas habituales de desafío, mentiras e incluso actos crueles hacia hermanos y amistades.


Cómo enfrentarse al síndrome: 
1.       Desarrollar de manera intencionada y sistemática las emociones morales y la conciencia de los hijos, dándoles oportunidades para que practiquen actos altruistas y que extraigan lecciones morales. 
2.       Establecer límites firmes que no toleren la violencia y el engaño. 
3.      Prestar ayuda para que desarrollen habilidades no violentas que satisfagan su gran ego. 





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